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(El Correo).- Aminatu es una huelguista de hambre como Dios manda. No como De Juana, que por la noche tomaba jamón york a escondidas como esas señoras que se pasan el día viajando a la nevera a por trufas y luego no se explican cómo engordan si toman el café con sacarina. Aminatu está dejando a todo el mundo en evidencia: a De Juana, a Mohamed VI, a Zapatero y a la misma comunidad internacional, que está cometiendo con el pueblo saharaui la mayor crueldad que se puede cometer con un amante traicionado: darle falsas esperanzas. Las esperanzas que se le dan a los saharauis son falsas porque sólo vienen del buenismo y el buenismo es un cobardón biológico que no se moja por nada ni por nadie. El buenismo no es un movimiento ideológico, sino un movimiento reflejo, pura fisiología narcisista de la autoconservación. No va hacia fuera para cambiar al mundo, sino hacia dentro para que el usuario se sienta en paz con el mundo, para que se vea estupendo y se quede con buena conciencia mientras el mundo se hunde. El buenismo es una mentira solipsista para no enfrentarse a la exterioridad de la verdad. Es paradójicamente egoísta, hipócrita y cruel. Se siente maravilloso estirando la cuerda a la que se agarra el que se está ahogando en vez de acortarla para arrastrarle a éste hacia su orilla. Y la alarga tanto, le da tanta cuerda, en fin, que su solidario gesto tiene al final el mismo efecto que si la soltara dejándolo a su suerte.
Aminatu sabe todo eso porque hoy los oprimidos, «los pobres del mundo» de los que habla el himno de la Internacional Socialdemócrata, están muy bien informados, están 'mundializados' y ya no son como los de antes. Aminatu sabe que se ha convertido en una patata caliente para el gran artífice de la Alianza de Civilizaciones y ha venido a España a mostrarnos descarnadamente esa contradicción. Resulta una gran ironía que la verdadera oposición a Zapatero se la estén haciendo desde fuera de España «los pobres del mundo», los piratas del Índico, los fundamentalistas de Mauritania, los polisarios del Sáhara.; o sea, sus presuntos aliados. La misión de los pobres es armarla gorda en la casa del rico que les invita. Para eso son pobres. Para eso él es rico. Para eso es la invitación. Esto lo sabía muy bien Buñuel y por eso rodó 'Viridiana'. Buñuel sería muy de izquierdas, pero no tenía las ideas buenistas que tiene Zapatero de los pobres y los pintó tomando por asalto la casa de una infeliz en cuya piedad había un toque inquietante que encarnaba a la perfección Silvia Pinal.
Igual a Aminatu hay que decirle la verdad que no oculta la derecha: que no nos portamos bien en el 75 porque había que elegir 'o los saharuis o nuestra democracia' y que ahora tampoco vamos a montar una guerra por ellos por más que acojamos a sus niños en verano para lavar nuestra mala conciencia.
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