Las democracias deberían integrar a todos y no desplazar a un determinado sector de la población. Aquí, el nacionalismo vasco ha aprovechado de las fisuras de este sistema para establecer una especie de régimen con rasgos totalitarios, que sin ser una dictadura como tal, ha provocado el exilio de muchas personas.
Da la sensación de que tu libro quiere desdramatizar el concepto de exiliado
Es un libro de matices, por un lado hablo del exilio como algo dramático en cuanto a lo que supone dejar la región donde se vive para trasladarse a otra y por otro lado creo que es importante desdramatizarlo para no engañarnos y no desfigurar la situación.
Entonces, ¿no es tan duro el exilio como lo pintan?
El exilio vasco es un exilio atenuado al darse dentro de un país democrático en el marco de la unión europea, sin cambiar de lengua y con la posibilidad de mantener el contacto gracias a las nuevas tecnologías y al transporte que permite estar en Bilbao en pocas horas desde Madrid.
¿Cree que los medios de comunicación tenemos responsabilidad en ese sentido?
A veces tendemos a cargar mucho las tintas y con ello entramos en el juego mediático que buscan los nacionalistas de ensalzamiento de sus actos y menosprecio de todo lo que tenga que ver con el sentimiento patriótico.
Pero cuando se ha hablado de exilio siempre se ha hecho como algo dramático
Muchos autores que han sido exiliados han denunciado la tendencia a utilizar el concepto de exilio para fines e intereses particulares mediante el autobombo y la dramatización, cuando en muchas ocasiones el exilio no es tan duro como lo pintan, tiene un carácter liberador y es en ocasiones una experiencia aleccionadora y fecunda tanto a nivel intelectual como espiritual.
¿Tiene viaje de vuelta el exilio?
El exilio tiene difícil retorno porque si uno se libera de las cosas que han constituido su cotidianidad, de la vida amable de la provincia, de lo que consideraba indispensable y luego se da cuenta de que no lo es tanto, es difícil que regrese al lugar donde coartaban su libertad.
¿Qué es peor el exilio en sí o el estigma que acompaña al exiliado?
Lo más duro no es apartar a alguien de su hogar, es el ridiculizarle y menospreciarle. Muchos profesores del país vasco han vivido eso en sus carnes cuando el nacionalismo les quiere poner a cuidar comedores. Se busca la legitimación y mitificación de los matarifes a la vez que el desprestigio y la desautorización moral de las víctimas, y eso es lo más duro de todo.
¿Cómo ves la situación actual de ETA?
Creo que la caída del PNV del gobierno vasco es más importante que cuarenta decapitaciones de la cúpula de ETA. Ese hecho junto con la colaboración con Francia está poniendo a ETA contra las cuerdas, se trata de cerrarles todas las puertas, de utilizar las herramientas del estado de derecho de forma continuada y no a golpes de efecto con fines electorales.
¿Crees que la figura de Patxi Lopez como lehendakari puede crear dudas si tenemos en cuenta que fue alguien que entabló negociaciones secretas con ETA estando el Pacto de Estella en vigor?
Lo que se ha hecho mal está ahí y es imborrable, nadie hemos olvidado eso y no se trata de engañarnos y esperar lo que no se puede esperar pero creo que al margen de todo Patxi ha entendido que la sociedad vasca quería un cambio y a día de hoy es lo que importa.
¿Sería un disparate pensar en una reforma Constitucional para eliminar el término "nacionalidades" o sería como poner un cascabel a un gato?
Si el problema fuera solamente de terminología seria sencillo, esa palabra se inventó en la transición para contentar a todos, pero el problema real es qué competencias se quieren y qué reformas estatutarias se podrían hacer y cómo mejorar la justicia para evitar las pretensiones que tienen los nacionalistas de poner el techo antes del tribunal supremo y del constitucional, lo cual sería muy peligroso.
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