Frases para ciudadanos:

"Todos hemos nacido iguales, y los derechos de cada individuo disminuyen cuando los derechos de uno solo se ven amenazados". (J.F. Kennedy).

"Nada hay más poderoso en el mundo que una idea a la que le ha llegado su tiempo". (Victor Hugo)

lunes, 16 de noviembre de 2009

Iñaki Ezkerra: 'Estornudista'

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Lauren Johnson es la niña estadounidense que no para de estornudar ni así la maten. Lauren Johnson ha hecho con sus estornudos lo que los grandes magnates del mito americano hicieron con el dinero. Lauren Johnson también empezó de cero. Partió de un insignificante resfriado y ahora estornuda doce mil veces al día. O sea que se ha hecho rica aunque sea en una materia menos presentable que el papel moneda. Más que su misteriosa enfermedad, lo que a mí de verdad me ha impresionado de esa pobre cría es la naturalidad, la paciencia y hasta la elegancia con la que la lleva, esas imágenes suyas en las que sigue jugando tranquilamente con su perro mientras su nariz no se da una tregua y no deja de mortificarla con esas anómalas efusiones compulsivas que arrancan en quienes la rodean la misma palabra que si sacara una copa de cava para brindar: 'Salud'. La verdad es que esa entereza y ese temple, esa elegancia -como digo- resultan casi ofensivas. A mí me pasa eso y no tendría semejante dominio de mí mismo. Creo sinceramente que estaría amargado y que no me darían ganas de jugar con ningún perro, sino de estrangularlo en todo caso cada vez que me viniera moviendo la colita en el justo momento en que mi napia se propinaba a sí misma uno de esos puñetazos internos de boxeo que son los estornudos.

Aunque nunca se sabe. Quizá ése es el gran rasgo común y el destino inevitable de todos los humanos: la capacidad para acostumbrarnos a lo que sea, a lo que nos echen. A mí ese estornudo intermitente y piloto humedeciendo la existencia, aderezándola y nasalizándola, esa existencia 'estornudista' y miserable, metamorfoseada en un infinita detonación mucal, me parece una metáfora de todas las cosas inaceptables a las que nos acabamos acostumbrando. Esto lo saben muy bien los políticos y por eso su trabajo consiste en gestionar nuestra capacidad de aguante. Los menos honestos se aprovechan de ella y la exprimen hasta lo ilimitado. Saben que podemos vivir con paro, con inseguridad laboral y de la otra, con recortes salariales, con impuestos altos, con cuatro mentiras mal urdidas, con demagógicas tomaduras de pelo, con escándalos de corrupción, con injusticias de toda clase y las estiran al máximo en vez de arreglarlas. Saben que somos estornudistas, como esa niña del Estado de Virginia, y algunos tienen incluso la sádica osadía de vendernos de programa electoral polvos de estornudar como si fueran un infalible medicamento.

(Publicado en El Correo Digital)

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