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domingo, 21 de febrero de 2010

"La obsesión identitaria está remitiendo" (en el País Vasco)

  • El catedrático obtiene el Premio de Periodismo de EL CORREO con una reflexión sobre la imagen que construyó el romanticismo del XIX sobre los vascos

  • Manuel Montero Historiador y ex rector de la UPV

(El Correo) «A nuestros montes volveremos. Allí gozaremos la antigua paz». Lo canta la protagonista de 'Il Trovatore' en la escena final de la ópera que Verdi ambientó en Euskadi, punto de partida del artículo con el que el historiador, catedrático y ex rector de la Universidad del País Vasco, Manuel Montero (Bilbao, 1955), ha obtenido el Premio de Periodismo EL CORREO 2009. El doctor en Historia Contemporánea reflexionaba en las páginas del 'Ideal' de Granada, el pasado 16 de diciembre, sobre la imagen que el romanticismo del siglo XIX construyó sobre los vascos, a través de autores como el propio músico italiano y, en España, los integrantes de la Generación del 98.

«La identificación de los vascos con la naturaleza, con la paz ancestral, el amor a la tierra, la encontramos en el romanticismo español y en Verdi», explica el autor. Es una descripción «en la que aún hoy nos reconocemos. No lo vemos como una caricatura». La naturaleza privilegiada, la cultura milenaria, «la convicción de tener una personalidad especifica muy individualista y la pretensión de ser auténticos sigue existiendo hasta en la actual sociedad urbana».

Pero Montero explica que aquella imagen, como la que aún tenemos de nosotros mismos, no tiene nada que ver con ninguna ideología. «No es un discurso de raíz política. Nace de la vida cotidiana, de la cultura». Aunque hable de una identidad diferenciada, advierte, «no es un discurso nacionalista». De hecho, los románticos a los que Montero se refiere fueron coetáneos de otros que, en Euskadi, escribían también sobre el vasco indómito pero desde otra perspectiva, la política, y motivaron el gran auge del nacionalismo a finales del XIX.

«La literatura nacionalista y el romanticismo se diferencian en que la primera insiste en lo colectivo, en el concepto de pueblo con una identidad uniforme. La segunda se basa en la fortaleza individual como un carácter compartido». Está claro que el debate identitario en Euskadi viene de lejos. Para Manuel Montero, llegó a convertirse en una espiral sin salida. Así que él dejó de fechar sus artículos porque «los comportamientos sociales y políticos se repetían una y otra vez durante años».

No hace mucho que ha vuelto a datar sus publicaciones. «En los últimos años se nota un cambio. El terrorismo está perdiendo fuerza y las obsesiones identitarias están remitiendo. Ahora sí conviene fechar los artículos, porque el contexto está cambiando». Montero celebra que «después de pasarnos diez años hablando de la identidad y de inminentes rupturas políticas y jurídicas, hoy parace que eso va desapareciendo».

Un ámbito para la pluralidad

La vida de Montero es inherente a la Universidad. Es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Deusto y catedrático de esta misma especialidad en la del País Vasco desde 1995. Ejerció como profesor en Deusto desde 1978 hasta 1987, año en que comenzó a impartir clases en la UPV. Fue decano de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación y, finalmente, rector. Cuando dejó el cargo, en 2004, confesó que lo que realmente llena su vida es «leer Historia, escribir y dar clases».

Y a eso dedica ahora su tiempo, aunque guarda un buen recuerdo de los años en los que llevó las riendas de la Universidad pública vasca. «Fue un periodo enormemente complejo e intenso, pero lo recuerdo con agrado. No me superó. Al margen de incidentes que nunca debieron suceder, en lo personal tengo buen recuerdo de aquella época».

Desde la distancia, en el tiempo y en el espacio, ve hoy a la UPV «en proceso de cambio, que no es mucho decir porque es su estado natural». Cree que las cosas «se están haciendo bien. Quizá la carencia sea la investigación». En lo que a la evolución histórica de Euskadi se refiere, confía en que la Universidad «siga siendo un ámbito para la convivencia, la pluralidad, la defensa de la libertad y de la democracia. Que sirva para superar los estigmas y las trincheras ideológicas».

NOTA DEL BLOGUERO: ¿Podremos decir algún día lo mismo en Cataluña? Allí el tripartito liderado por el psC ha logrado llegar a las más altas cotas de obsesión identitaria, y de discriminación, a golpe de leyes, de más de la mitad de catalanes, los castellano-parlantes.

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