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¿Qué quiso decir el consejero de Economía andaluz al hablar del 'efecto familia' en el paro?
(El Correo).- Confieso que tengo el vicio de intentar comprender las estupideces de los políticos. En cuando uno de ellos suelta una tontería, me pongo manos a la obra. Trato de meterme en su cabeza porque creo que sólo de ese modo podré entender después sus actuaciones o sus omisiones. Y tengo que confesar también que llevo varios días tratando de averiguar qué es lo que quiso decir Antonio Fernández, consejero de Economía de Andalucía, cuando explicó el aumento de paro en su comunidad por un curioso «efecto solidaridad» o «efecto familia». Para Fernández las cifras del paro se hallan en crecimiento dentro de su comunidad porque cuando el trabajador se va al paro también se apuntan a la cola del INEM su mujer y sus hijos «para que no se sienta solo». O sea que no es que la mujer y los hijos del parado andaluz se encuentren dispuestos a aprovechar cualquier oportunidad laboral que les pudiera surgir antes que al cabeza de familia sino que a lo único que están dispuestos es simplemente a hacerle compañía en la cola del desempleo para darle apoyo psicológico. La pregunta que inmediatamente se me ocurre es si no podrían acompañarle en dicha cola pero sin necesidad de solicitar un empleo para sí mismos. Y de este interrogante se deriva otro por deducción pura y simple: en el caso de que a la mujer o a los hijos del parado andaluz les surja una oportunidad de trabajar antes que al parado andaluz propiamente dicho, ¿qué hacen?, ¿se echan atrás?, ¿se retractan en una hoja de papel timbrado de sus presuntas ganas de arrimar el hombro? ¿desaprovechan semejante posibilidad laboral?, ¿le dicen al tío de la ventanilla que era una broma y que sólo estaban allí para hacer bulto?
También contemplo una solución más que probablemente a Antonio Fernández se le haya pasado por alto. La mujer y los hijos del parado andaluz se ponen a trabajar para seguir burlando vilmente al Estado. Quiero decir que lo mismo que antes eran 'falsos parados' ahora son 'trabajadores de pega' que no se tiran ocho horas diarias metidos en una fábrica y desarrollando agotadoras tareas para llevar un sueldo a casa a fin de mes sino que hacen todo eso para tomarnos el pelo y justificar su anterior presencia en la cola de los desempleados. Si en un momento todos ellos fueran despedidos, después de trabajar en esa empresa treinta años de sus vidas -pongo por caso- tampoco deberían engrosar entonces las filas del paro pues una cosa es 'currar por necesidad' y otra 'por solidaridad', que es lo que ellos habrían hecho exactamente sin el menor escrúpulo. A su extraña explicación Antonio Fernández añadió una coletilla enigmática -«un hombre, con perdón»- que nadie ha sabido explicarnos. Deduzco que Antonio Fernández piensa que el único trabajo que de veras puede llamarse así es el del cabeza de familia, el del 'hombre'. Y ahora entiendo por qué, tras la invocación masculina, pedía perdón. Dentro de su machista telaraña mental, esa petición de ser disculpado -que parecía estúpida- era -¡ésta es la paradoja!- su único rasgo de lucidez.
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