La desigualdad injustificada y discriminatoria entre hombres y mujeres existe y todo lo que se haga para eliminarla debiera ser bien acogido, pero –aunque ello se pretenda interesadamente- es una falsedad absoluta que en esa desigualdad resida la matriz de todas las demás. Esa desigualdad ni siquiera es la más relevante, y no es necesario echar mano de ningún análisis de la varianza para demostrarlo.
A menudo se enfatiza un problema para ocultar otros. Pondré un ejemplo para ilustrar lo dicho. Rodríguez Zapatero acaba de crear un nuevo Ministerio para la Igualdad, ése es el nombre. Pues bien, dicho Ministerio no pretende ocuparse de otras desigualdades que no sean las que se derivan del “género”. ¿Es que la condición de asalariado ha dejado de ser relevante para el socialismo gobernante? Pues parece que sí. Daré unas cifras elocuentes para ilustrar lo que estoy afirmando: mientras que la renta de los asalariados respecto al PIB ha ido reduciéndose (48,1% en el primer trimestre de 2004 y 46,3% en el tercer trimestre de 2007), a la hora de pagar el impuesto sobre la renta (IRPF) los asalariados, ellos solitos, pagan el 90% de todo lo que pagan a Hacienda los españoles por ese concepto.
¿Alguien ha oído hablar de este alarmante asunto a algún miembro del Gobierno actual? ¿En qué parte del programa electoral de Zapatero en 2008 (por cierto, nunca publicado) se hace referencia a este “pequeño” problema?
En la agenda oficial del actual Gobierno ha tiempo que no están las “viejas” desigualdades, sólo las “nuevas”. Y éstas están, pero -también ellas- en el limbo de la retórica, algo parecido a lo que ocurre con las emisiones españolas de CO2 hacia la atmósfera: crecen más cuanto más hablan los ministros de la urgencia y dedicación con las que ellos luchan contra el cambio climático.
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