El propio Zapatero es un artículo de lujo diseñado para la bonanza económica
España anda todavía en la cultura de la opulencia. Éste es el verdadero problema de fondo que nos asola más allá de las medidas que el Gobierno tome ante la crisis y que van a seguir siendo unas medidas para salir del paso, porque el propio Gobierno que tenemos nació para el despilfarro y no puede hacer otra cosa más que exactamente aquélla para la que fue creado y elegido.En un país de nuevos ricos que nos hemos permitido despreciar y cuestionar todo lo que habíamos conseguido y que de repente nos vemos pobres, el Gobierno este es simplemente un nuevo rico congénito, una cosa exclusivamente nacida para el caro lujo de dar la razón a los nacionalismos, para el pacifismo retórico, para crear ministerios ridículos de la Igualdad o la Bondad, para regalar miles de millones de euros contra el hambre universal cuando se aproxima a zancadas el hambre local e impulsar -como hace ahora Zapatero- una «Alianza Global de la Agricultura y la Seguridad Alimentaria». El propio Zapatero es un artículo de lujo diseñado para la bonanza económica, para proponer alianzas etéreas que nos hagan soñar un poco con la generosidad que no nos podemos permitir y con la riqueza que no tenemos, como esas familias arruinadas y desastrosas que ascendieron socialmente de manera rápida sobre un capital frágil y que se empeñan en llevar el mismo ritmo de gastos que en los buenos tiempos con el objetivo catastrófico de no asumir su situación real y su descalabro.
En realidad no es sólo el Gobierno. Es el país entero. No hemos sabido crear con antelación, ni improvisar todavía, una cultura o al menos una «cultureta» de la crisis. Estaba todo previsto para la abundancia eterna, para ser los más ricos, los más progres, los más guapos¿ Y por eso la miseria nos pilla a contrapié. Le pilla a contrapié a Carod-Rovira, que no puede ahorrarse un absurdo viaje a Israel que compense ante los judíos la ayuda económica que la Generalitat brinda generosamente a los palestinos. Le pilla a contrapié a Ibarretxe, que anda usando los datos de una agencia de «rating» (Standard & Poors) para vendernos en su tele oficial que España se hunde mientras Euskadi va viento en popa y mantiene su «proverbial» fortaleza económica. Le pilla a contrapié a Touriño, que no puede renunciar a gastarse, el pobre, 1.100.000 euros en equipos audiovisuales ni 480.000 en su cuarto coche oficial. Yo creo que Touriño tiene un breve «tour», un corto «viajeciño» por la política, con ese coche y con su programa electoral tan particular de «Galicia luz y sonido».
A contrapié, sí. Volvemos a escuchar que las pensiones de la Seguridad Social corren riesgo y vemos al camionero de Loeches que se quiere quemar a lo bonzo porque un ayuntamiento no le paga sus 400.000 euros y porque el Estado es un moroso más, pero seguimos hablando de superfinanciaciones autonómicas como si no hubiera un mañana, como si no fuera la propia burocracia de las autonomías lo que hubiera que revisar con sus miles de coches oficiales de todos los Touriños de la piel de toro. El problema no ha sido sólo vivir por encima de nuestras posibilidades, sino hacer ideología, pensar, votar por encima de nuestras posibilidades, mirar para otra parte se tratase de lo que se tratase. El camionero de Loeches se quiere autoinmolar y, mientras, el Estado gastándose la pasta para que la Beloki pueda concebir y parir a un etarra felizmente.
España anda todavía en la cultura de la opulencia. Éste es el verdadero problema de fondo que nos asola más allá de las medidas que el Gobierno tome ante la crisis y que van a seguir siendo unas medidas para salir del paso, porque el propio Gobierno que tenemos nació para el despilfarro y no puede hacer otra cosa más que exactamente aquélla para la que fue creado y elegido.En un país de nuevos ricos que nos hemos permitido despreciar y cuestionar todo lo que habíamos conseguido y que de repente nos vemos pobres, el Gobierno este es simplemente un nuevo rico congénito, una cosa exclusivamente nacida para el caro lujo de dar la razón a los nacionalismos, para el pacifismo retórico, para crear ministerios ridículos de la Igualdad o la Bondad, para regalar miles de millones de euros contra el hambre universal cuando se aproxima a zancadas el hambre local e impulsar -como hace ahora Zapatero- una «Alianza Global de la Agricultura y la Seguridad Alimentaria». El propio Zapatero es un artículo de lujo diseñado para la bonanza económica, para proponer alianzas etéreas que nos hagan soñar un poco con la generosidad que no nos podemos permitir y con la riqueza que no tenemos, como esas familias arruinadas y desastrosas que ascendieron socialmente de manera rápida sobre un capital frágil y que se empeñan en llevar el mismo ritmo de gastos que en los buenos tiempos con el objetivo catastrófico de no asumir su situación real y su descalabro.
En realidad no es sólo el Gobierno. Es el país entero. No hemos sabido crear con antelación, ni improvisar todavía, una cultura o al menos una «cultureta» de la crisis. Estaba todo previsto para la abundancia eterna, para ser los más ricos, los más progres, los más guapos¿ Y por eso la miseria nos pilla a contrapié. Le pilla a contrapié a Carod-Rovira, que no puede ahorrarse un absurdo viaje a Israel que compense ante los judíos la ayuda económica que la Generalitat brinda generosamente a los palestinos. Le pilla a contrapié a Ibarretxe, que anda usando los datos de una agencia de «rating» (Standard & Poors) para vendernos en su tele oficial que España se hunde mientras Euskadi va viento en popa y mantiene su «proverbial» fortaleza económica. Le pilla a contrapié a Touriño, que no puede renunciar a gastarse, el pobre, 1.100.000 euros en equipos audiovisuales ni 480.000 en su cuarto coche oficial. Yo creo que Touriño tiene un breve «tour», un corto «viajeciño» por la política, con ese coche y con su programa electoral tan particular de «Galicia luz y sonido».
A contrapié, sí. Volvemos a escuchar que las pensiones de la Seguridad Social corren riesgo y vemos al camionero de Loeches que se quiere quemar a lo bonzo porque un ayuntamiento no le paga sus 400.000 euros y porque el Estado es un moroso más, pero seguimos hablando de superfinanciaciones autonómicas como si no hubiera un mañana, como si no fuera la propia burocracia de las autonomías lo que hubiera que revisar con sus miles de coches oficiales de todos los Touriños de la piel de toro. El problema no ha sido sólo vivir por encima de nuestras posibilidades, sino hacer ideología, pensar, votar por encima de nuestras posibilidades, mirar para otra parte se tratase de lo que se tratase. El camionero de Loeches se quiere autoinmolar y, mientras, el Estado gastándose la pasta para que la Beloki pueda concebir y parir a un etarra felizmente.
Publicado en LA RAZON
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