El otro día tuve la imprudencia de salir de casa sin la compañía de mis inseparables escoltas. Cuando llevaba unos metros camino del hospital donde se encuentra ingresado un familiar, un personaje con cara de inmigrante de los años sesenta convertido a vasco de toda la vida me espetó: “Ladrón [de Guevara] usted es un reaccionario de tomo y lomo”. Como no tenía ninguna apetencia de enzarzarme en una discusión de patio de escuela ni mucho menos provocar un incidente le miré con la mayor indiferencia que pude y seguí mis pasos.
Arribado a mi destino me puse a reflexionar y miren por donde que al cabo de un buen rato de elaboraciones mentales llegué a la conclusión de que, efectivamente, puede que tuviera razón el sujeto. Aunque me lo dijera con ánimo de ofender, en el contexto actual de las cosas, no me queda más remedio que ser reaccionario para no ser cómplice de la sinrazón y de los impulsos autodestructivos.
Claro que soy un reaccionario, por mucho que no hace demasiado tiempo tuviese una prolongada e intensa militancia socialista.
Soy un reaccionario porque defiendo unos valores necesarios para convivir y formar parte de una sociedad civilizada. Considero que el valor del esfuerzo es fundamental en los procesos educacionales, sin el esfuerzo no se pueden formar personas bien autodefinidas y autodeterminadas, con un proyecto positivo de vida. Soy un reaccionario porque considero que se están destruyendo las bases de la riqueza y de la prosperidad del país donde vivo, España, pues una pléyade de politicastros y autonomosuyas se están comiendo los impuestos que pagamos los ciudadanos impidiendo que se cree un tejido productivo, un entramado industrial, unas bases económicas con perspectiva en el tiempo. Soy reaccionario porque creo en la ley aunque sea injusta, como norma de convivencia, y me revuelvo contra la destrucción de los fundamentos constitucionales, y no me resigno a que una Constitución que no me gusta pero que es mi Constitución, sea actualmente humo de pajas. Soy reaccionario porque me rebelo contra los abusos de los nacionalistas insaciables cuyo objetivo es la destrucción de España y la creación de desigualdades entre regiones, sin parangón en la Historia. Soy reaccionario porque creo en la responsabilidad como pieza fundamental para que los ciudadanos seamos elementos positivos y constructivos de la Nación española. Sin responsabilidad no funciona nada. Soy reaccionario porque me repugna el sálvese quien pueda y la malversación de la encomienda ciudadana para aprovecharse del presupuesto público por todo aquel cuya única aspiración es ser virrey o señor feudal con prácticas caciquiles. Soy reaccionario porque me parece inaceptable que se nos engañe en orden a bellas palabras vacías de contenido con clara intención de decir lo contrario de lo que se piensa. Soy reaccionario porque quienes dicen trabajar por la igualdad y la libertad están consiguiendo justo los efectos contrarios: la máxima concentración de capitales en pocas manos, la destrucción de las capas medias y el empobrecimiento de lo que hasta no hace mucho se llamaba clase obrera, engordando el paro hasta cifras inimaginables y sin precedentes, a velocidad supersónica.
Soy un reaccionario porque considero que la política debe ser pedagogía. La política y los políticos deben ser ejemplares y ejemplarizantes, para crear modelos de conducta ciudadana, para que nuestros niños y jóvenes tengan alguien a quien emular e identificadores de comportamiento, en lugar de encandilarles hacia el uso compulsivo del condón. Soy reaccionario porque me parece un requisito imprescindible que quien tiene la misión de representar a los ciudadanos debe ser honesto además de parecerlo, debe ser honrado y devolver el dinero que no es suyo, debe ser, insisto, ejemplarizante, para que su modo de conducta sea pedagógica para la sociedad a la que representa.
Soy reaccionario porque hago del respeto humano plataforma desde la que actuar en relación a los demás, y me duele el deterioro que sufre la imagen del ser humano dotado de dignidad que pulula en el cenagal de lo burdo, cuando a horas en las que miles de adolescentes acceden sin ningún límite a la pantalla indecente, pueden consumir porno puro y duro, cuando no la degradación más absoluta de la sensibilidad. Sin educación de la sensibilidad se forma a gentes sin capacidad para la felicidad.
Etc.
Soy reaccionario, por ejemplo, porque me identifico con palabras como éstas referidas a mi lugar de nacimiento y vida: “La vida del pueblo vasco, como la vida de todos los pueblos, es simplemente, una pugna trágica entre lo espontáneo y lo histórico; una pugna entre lo nativo, entre aquello que somos capaces de percibir aun instintivamente, y lo artificial difícil, lo ingentemente difícil, que es saber cumplir en la Historia un destino universal. […] Ahora bien: ¿Ha sido unidad en lo universal el pueblo vasco?¿Ha cumplido destino en lo universal el pueblo vasco? Esto es evidente que sí; el pueblo vasco ha dado al mundo una colección de almirantes que ellos solos son una gala para un pueblo entero; el pueblo vasco ha dado al mundo un genio universal como Ignacio de Loyola. Pero el pueblo vasco dio genios al mundo precisamente cuando encontró su signo de nación indestructible unido a Castilla”. (Congreso de los Diputados, 1934)
Pues dirán lo que digan, pero yo me identifico con eso. Si eso es ser reaccionario, lo soy. ¿Y qué?
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