Vital Alsar se emociona al pronunciar sus primeras palabras en Santander
M. SAN MIGUEL (El Diario Montañés)
En el mismo momento en que el 'Zamná' rozó la dársena del paseo marítimo, Vital Alsar alzó un megáfono y abrió su garganta para gritar un ¡Viva Santander! que quedó amortiguado por los atronadores aplausos que acompañaban las maniobras de atraque de la majestuosa nave.
«Con este viaje continúa el sueño que inicié hace cuarenta años, y hoy se ha cumplido», dijo el marino al pie de la bahía que le vio nacer hace 76 años. Se sinceraba así ante miles de personas que le esperaban agitando banderas blancas con el símbolo de paz que viaja en el trimarán. Los vítores a lo largo de todo el paseo marítimo anunciaron lo que muchos deseaban desde hace años: Vital Alsar ya está en su casa. Y él, con su inconfundible barba blanca y su gorra marinera calada, se presentó ante sus vecinos, sus familiares, sus amigos, con la única intención de compartir su profundo agradecimiento en el imprescindible discurso que acompaña este tipo de actos. Pero el de Alsar se alejó de arquetipos. «Primero hay que dar gracias 'al de arriba', luego, a mi familia, y después...» Después Alsar se calló, congestionado por la emoción, al señalar con el dedo a la tripulación del 'Zamná' que le observaba desde la altura de la nave. Su equipo, su familia en el mar.
Con el niño maya de 12 años a su lado, el marino cántabro se esforzó por dejar los primeros posos en la población cántabra de su mensaje de paz. «Hay que plantar, regar y abonar para el futuro, para los niños, y eso lo ha hecho Manuel Díaz, al sacar adelante este proyecto en plena crisis». Terminó dándole las gracias a su mujer: «Sin ella no hubiera habido 'Zamná', ni balsas, ni galeones».
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