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Miles de personas acudieron en el día del Pilar a Baiona, donde los termómetros superaron los veinticinco grados, para visitar personalmente el barco de la paz
M.Torres (La Voz de Galicia)
M.Torres (La Voz de Galicia)
El Zamná y el Alakrana protagonizaron ayer la conmemoración del Día de la Hispanidad en Baiona. Una de las celebraciones más calurosas y populares de las que se recuerda, con más de medio millar de personas en el muelle, varios miles por las calles y termómetros por encima de los veinticinco grados.
El recibimiento oficial del barco de la paz y la tripulación capitaneada por Vitar Alsar Ramírez marcó la primera parte de la jornada. Durante el acto, en el que participaron medio centenar de autoridades civiles, militares y representantes de cuerpos consulares, Alsar apeló a la cultura como medio y fin para conseguir la paz. El capitán del Zamná recordó su último viaje a la comarca. «Un comunista me dijo en Gondomar, en 1981, que aquí había muerto uno de los indígenas al regreso la expedición a América; yo creo que fueron muchos y ese cruce de sangre viene hoy aquí otra vez», explicó.
A bordo del espectacular trimarán que ayer restó protagonismo a la mismísima réplica de la carabela, el niño maya Juan Pablo Tec Chin. Fue recibido, como embajador por la paz por otro menor pontevedrés, Pablo Mena, con el que selló la singladura de próximas generaciones.
La celebración continuó después en su escenario habitual, el monumento «encuentro entre dos mundos». En su frente y bajo la mirada de decenas de personas, se sucedieron los discursos. Pero sin duda, el más emotivo y esperado fue el momento en el que el regidor se refirió a los marineros del Alakrana y, de forma especial a Ricardo Blach y a Joaquín Fernández; vecinos de la villa. «El único crimen que han cometido es haberse dedicado a trabajar» manifestó, a la vez que solicitó al Gobierno «que agilice los trámites para que puedan estar en casa y con sus familias lo antes posible».
Las autoridades realizaron después las ofrendas florales y el himno interpretado por la banda de la escuela naval de Marín puso el broche a los actos oficiales en el monumento.
Pero las visitas continuaron hasta la bien entrada la noche. Nadie se quiso perder la posibilidad de conocer personalmente el singular trimarán que arribó a Baiona y que, paradójicamente, ayer compartía muelle con los restos de la planeadora incendiada hace unos días en Silleiro.
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