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¡Qué rara es la vida! ¡Lo que son las cosas! ¿Quién nos iba a decir que hoy Euskadi iba a ser políticamente una balsa de aceite, un modelo de entendimiento, de saber estar, de concordia entre los dos grandes partidos que andan a tortas en todo el resto de España y preferentemente en Madrid? Uno ve la foto de los Presupuestos vascos, la foto de Patxi López y Antonio Basagoiti estrechándose la mano sonrientes, y le entra como un subidón de autoestima. Le dan ganas de sacar pechito y de decirle al resto del país, incluidos los catalanes que siempre nos ponían de modelo su nacionalismo incruento: 'Aprendan de nosotros, los vascos; vean cómo hemos sabido librarnos del PNV -o sea de nuestro CiU particular- sin necesidad de pagar el caro precio de hacer un desastroso tripartito de progreso; vean cómo hasta el PNV se entiende con Zapatero pese a que los socialistas le han echado de Ajuria Enea y mientras éstos últimos andan a su vez a bofetada limpia -o más bien sucia- con el PP en Valencia y en la capital de la Reino; vean qué requetebién se llevan en el País Vasco los mismos dos grandes partidos mayoritarios que se enfrentan en el resto de España mientras en la Corte se dan puñaladitas incluso los miembros de un mismo partido por lograr el control de Caja Madrid'.
Por primera vez, en treinta años de democracia, están todos a leches menos nosotros. Por primera vez los vascos podemos ver los toros desde la barrera y hacer apuestas y señalar a uno y a otro, al que zurra y al que le están zurrando. Yo es que estoy cansado de andar dando pena toda la vida y ahora me apetece vender 'Euskalandia', el paraíso en la Tierra del pluralismo, el pacto, la convivencia y el buen rollito. 'En Euskalandia -le explica uno al primer pobre incauto que se le acerca- ahora todo el mundo se lleva tan bien como Rodolfo Ares y Arantza Quiroga en el desfile de las Fuerzas Armadas del día del Pilar; la gente se regala flores y poemas por las calles, los socialistas y los populares se abrazan y se dan besos en los ascensores de los bancos o en los jardines públicos; hasta los nacionalistas se muestran agradecidos por perder el poder y humillados no ya lógicamente 'ante Dios y en tierra vasca' porque no tienen lehendakari sino ante los Presupuestos de la Salgado. En estos momentos lo arriesgado no es quedarse en la idílica Euskadi sino irse a Madrid. Eso sólo lo hacen los valientes. Eso es meterse en la boca del lobo.
Por primera vez, en treinta años de democracia, están todos a leches menos nosotros. Por primera vez los vascos podemos ver los toros desde la barrera y hacer apuestas y señalar a uno y a otro, al que zurra y al que le están zurrando. Yo es que estoy cansado de andar dando pena toda la vida y ahora me apetece vender 'Euskalandia', el paraíso en la Tierra del pluralismo, el pacto, la convivencia y el buen rollito. 'En Euskalandia -le explica uno al primer pobre incauto que se le acerca- ahora todo el mundo se lleva tan bien como Rodolfo Ares y Arantza Quiroga en el desfile de las Fuerzas Armadas del día del Pilar; la gente se regala flores y poemas por las calles, los socialistas y los populares se abrazan y se dan besos en los ascensores de los bancos o en los jardines públicos; hasta los nacionalistas se muestran agradecidos por perder el poder y humillados no ya lógicamente 'ante Dios y en tierra vasca' porque no tienen lehendakari sino ante los Presupuestos de la Salgado. En estos momentos lo arriesgado no es quedarse en la idílica Euskadi sino irse a Madrid. Eso sólo lo hacen los valientes. Eso es meterse en la boca del lobo.
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