A los upedetes les siguen surgiendo críticas, y bien argumentadas, por todas partes. Ahora es mi buen amigo Iñaki Ezkerra quien, haciendo uso de su afilada e irónica pluma, reflexiona en El Correo sobre el concepto de mediadores, aplicable tanto al inefable presidente Zapatero, como al invisible o inaudible diputado Maneiro, ese hombre de voz cuasi desconocida.
MEDIADORES
Hay quien se ha empeñado en presentar a Zapatero como el gran mediador de la cumbre de Londres, pero allí no ha hablado con nadie ni media palabra. De ser el gobernante insociable y rarito que se sentaba en el extremo de la mesa más alejado del grupo, ha querido pasar a convertirse de la noche a la mañana en el puente conciliador con Obama de todos los que se llevan con Obama bastante mejor que él. Zapatero quería, en fin, mediar cuando quien necesita un mediador es él. Quería ser el príncipe de la paz cuando anda todo el día de bronca y ha conseguido separar a todos los españoles con una inquina sin precedentes desde la Dictadura. A mí ese “innecesario papel decisivo” que quería jugar en la reunión del G-20, a la que por cierto iba de oyente aunque hacía como que iba de profesor, me ha recordado una escena de la película “Bananas” en la que dos mandatarios políticos se están saludando en un aeropuerto ayudados por un intérprete cuando los dos hablan el mismo idioma. “Estoy encantado de venir a este país”, dice uno de ellos. Y entonces el providencial traductor interviene: “Dice que está encantado de venir a este país…” Al cabo de un rato se le ve al hombre indispensable corriendo por la pista seguido por dos loqueros que intentan atraparle con una red de pescar.
De la perversión del concepto de mediación ha tenido mucha culpa el nacionalismo, que ha jugado a mediar cuando él era parte interesada, o sea que deseaba mediar consigo mismo y como si no fuera él mismo. Pero quizá el caso más divertido, por paradójico, es el de Gorka Maneiro, el representante de Rosa en la tierra… vasca, que se ha convertido de pronto en “el mediador revirado”. De postularse en la campaña como el candidato bisagra, la pieza fundamental del cambio, el gran artífice de la mediación capaz de lograr que el PSE-EE y el PP vasco se entendieran, ha pasado a abstenerse en ese cambio que tanto propugnaba sólo porque sus votos no le han dado relevancia. Maneiro ha hecho un mal papelón de Celestina cabreada y reacia a la boda de los novios a los que quería casar, por la única razón de que se han casado sin su ayuda. O sea que estábamos ante un celestinaje un poco extraño, ante una alcahueta peculiar que quería meterse en el lecho de la pareja y que no deseaba el matrimonio sino la cama redonda.
Misterios de los grandes mediadores. No voy a echar más leña al fuego de esa incoherencia. Hay personas en ese partido a las que aprecio y admiro, pero creo que en esta ocasión no ha estado a la altura. Gorka, mal empezamos. Yo entiendo la frustración de Gorka Maneiro, pero éstas no son “maneiras”.
De la perversión del concepto de mediación ha tenido mucha culpa el nacionalismo, que ha jugado a mediar cuando él era parte interesada, o sea que deseaba mediar consigo mismo y como si no fuera él mismo. Pero quizá el caso más divertido, por paradójico, es el de Gorka Maneiro, el representante de Rosa en la tierra… vasca, que se ha convertido de pronto en “el mediador revirado”. De postularse en la campaña como el candidato bisagra, la pieza fundamental del cambio, el gran artífice de la mediación capaz de lograr que el PSE-EE y el PP vasco se entendieran, ha pasado a abstenerse en ese cambio que tanto propugnaba sólo porque sus votos no le han dado relevancia. Maneiro ha hecho un mal papelón de Celestina cabreada y reacia a la boda de los novios a los que quería casar, por la única razón de que se han casado sin su ayuda. O sea que estábamos ante un celestinaje un poco extraño, ante una alcahueta peculiar que quería meterse en el lecho de la pareja y que no deseaba el matrimonio sino la cama redonda.
Misterios de los grandes mediadores. No voy a echar más leña al fuego de esa incoherencia. Hay personas en ese partido a las que aprecio y admiro, pero creo que en esta ocasión no ha estado a la altura. Gorka, mal empezamos. Yo entiendo la frustración de Gorka Maneiro, pero éstas no son “maneiras”.
NOTA: Gorka Maneiro (es el chico ubicado detrás de Rosa 10), la noche del 1-marzo, al obtener su no imprescindible escaño en el Parlamento Vasco. Aquella noche debía estar afónico, ya que nadie le escuchó decir nada, quien sí habló fue su portavoz R10. Tengo la teoría de que si se abstuvo de votar el viernes pasado a la presidenta del Parlamento, fue porque llamó a Rosa para preguntarle qué tenía que votar, y ella estaba desconectada o fuera de cobertura.
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