Publicado en LA RAZON:
Ser número uno de ETA o jefe de su «aparato militar» se está poniendo bastante crudo. Ambos son cargos que se han vuelto más breves que el de ministro de Cultura socialista. Jurdan Martitegi no ha llegado siquiera a los cinco meses y su antecesor Aitzol Iriondo no pasó de los veintiún días.
En menos de un año han sido «destituidos» por la Policía francesa dos «presidentes» de la banda terrorista y dos «generalísimos» ni más ni menos, lo que quiere decir que Sarkozy nos ayuda y ayuda a Zapatero por más que dude en público de su inteligencia. Lo que quiere decir también que la coordinación entre las policías españolas y de éstas con la francesa funciona pese a lo que diga Conde-Pumpido y que a menudo las polémicas que atizamos desde los propios medios de comunicación no son tan reales como parece o son árboles chungos que no dejan ver el bosque de la lucha antiterrorista, que hoy no es tan feo ni tan sombrío.
Pero ser optimistas no equivale a obviar que en esa lucha debe entrar también la cuestión educativa. Martitegi nació en 1980, o sea que llegó a la mayoría de edad cuando en España llevábamos 34 años de democracia. ¿Qué educación tan fanatizada ha podido recibir para elegir semejante «currelo»?
La educación es una de las primeras cosas que hay que cambiar en el País Vasco porque es la gran clave de la cantera etarra.
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