Hace tiempo que no traía a este blog las opiniones de mi paisano Joaquín Leguina. Y hoy, tras sus merecidas vacaciones en nuestra común bella tierruca, he encontrado en su blog unos interesantes comentarios sobre la última garzonada, que comparto plenamente. Los copio a continuación:
DE VUELTA (por Joaquín Leguina)
De vuelta de un verano meteorológicamente soportable (ya se sabe que en Santander siempre hace buen tiempo, incluso cuando llueve) retomo el suministro a este blog, sin desánimo, pero con la impresión de que la vida política se repite. Así, por ejemplo, reaparece Garzón y, con su vocación de perejil de todas las salsas, se mete en el asunto de la “Memoria Histórica”.
Estamos hablando de algo horrible: de las fosas que en cunetas, descampados o en los cementerios abrieron los dos bandos durante la guerra civil y que, luego, Franco continuó llenando. Son, sobre todo, los nietos de los “desaparecidos” quienes siguen reclamando el derecho a celebrar el duelo de sus muertos y ese duelo exige la presencia de los cuerpos o de los restos de los fallecidos.
Podría haber existido un acuerdo PSOE-PP que reconociera el derecho de todos a unos entierros dignos y que se habilitaran los medios públicos para ello (en buena parte, eso es lo que pretende la Ley de “Memoria Histórica”). Pero se prefirió la discusión al acuerdo y de la discusión no salió la luz, sino la confrontación. Unos argumentan que “ese trágico pasado debe permanecer enterrado”, los otros pretenden “dignificar a todas las víctimas del franquismo”.
Lo que no se sabe es qué vela porta en este entierro el juez Garzón, pues, como ha dicho Miguel A. Gimeno (portavoz de Jueces para la Democracia), “no hay causa penal sin imputables” y aquí no los hay, están todos amnistiados.
Lo que resulta un abuso (se haga de buena o de mala fe) es considerar a todos los fusilados en el lado republicano o en el franquista como “mártires de la cristiandad” los primeros o como “héroes de la Democracia y de la Libertad” los segundos, porque eso es falso. Por ejemplo, entre los muertos bajo la represión franquista hubo muchos demócratas y gente inocente y decente, pero hubo también liberticidas y asesinos (por ejemplo: Agapito García Atadell, el creador en Madrid de la Brigada del Amanecer, que fue pasado a garrote por los franquistas).
Los ganadores de la guerra civil sostuvieron durante aquellos interminables años que los fusilados (1936-1939) en los territorios bajo el Gobierno republicano eran todos ellos “mártires de la Cruzada”, es decir, “mártires del cristianismo”, afirmación que está tan lejos de la verdad como cerca de la propaganda. Ahora, con parecido maniqueísmo, algunos pretenden que todos los fusilados bajo el largo periodo de represión franquista fueron “héroes de la Democracia y de la Libertad”.¿Por qué tenemos que ser todos tan sectarios? ¿Por qué no aceptamos la verdad histórica? Una verdad que no se compone de buenos (nosotros) y malos (ellos).
Todo ser humano tiene derecho al duelo de los suyos y para que exista ese duelo han de estar presentes los restos mortales y éstos deben ser enterrados o incinerados como es debido. Pero este derecho no iguala moralmente las vidas y actos de quienes fueron llevados a la muerte –con o sin juicio previo- por las “Brigadas del amanecer” franquistas. La vida de García Lorca no tuvo nada en común con la de García Atadell, aunque ambos fueron llevados a la muerte por la misma gavilla de homicidas.
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