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miércoles, 6 de mayo de 2009

Iñaki Ezkerra: '22 puntos para el cambio vasco'

Nuestro amigo Iñaki Ezkerra, publicó ayer en La Razón, este magnífico artículo en el que nos plantea los principales puntos en que debería basarse la actividad del nuevo gobierno vasco, para que realmente suponga un cambio en la vida democrática de sus ciudadanos.

22 puntos para el cambio vasco

LA RAZON - IÑAKI EZKERRA

El PNV está intentado desesperadamente dejarlo todo “atado y bien atado” en el País Vasco para salvar así los muebles que pueda de su régimen de treinta años ante la transición democrática que han traído las elecciones del 1 de marzo. ETA también se ha pronunciado contra ese cambio que debe ser un cambio contra ETA y contra el nacionalismo totalitario. ¿Qué tiene que cambiar en Euskadi para que ésta acceda por primera vez a una mínima normalidad democrática? A esa pregunta tratan de responder los siguientes veintidós puntos, que son básicos:

1.- La Ertzaintza debe dejar de ser una policía política al servicio del nacionalismo, y eso sólo se consigue renovando sus mandos y haciendo una profunda depuración del personal no democrático. Lo contrario sería tanto como dejar al enemigo dentro de casa en una cuestión fundamental que, aunque insólitamente no se ha abordado durante años, afecta a la propia seguridad nacional y de manera especial a todos los rerpresentantes electos no nacionalistas salidos de las urnas el 1 de marzo -incluidos los que formen el propio Ejecutivo - que por primera vez en la etapa democrática se han convertido en agentes activos del cambio. El departamento de Interior es una pieza esencial en una comunidad amenazada por el terrorismo y generadora de éste, como es esencial su entendimiento y colaboración con el Ministerio de Interior de la Nación y con las demás fuerzas de seguridad del Estado a las que hasta ahora el nacionalismo gobernante consideraba públicamente invasoras. Es preciso terminar con esa cultura aberrante en quienes tienen encomedada la misión de protegernos. Las fuerzas de seguridad no pueden ser hostiles al nuevo proceso de libertad que se ha abierto, sino garantes de éste.

2.- El euskera debe dejar de ser un imperativo en la escuela y en los demás ámbitos de la vida vasca. Su protección debe desligarse de la imposición, y además ser revisada para que los presupuestos que se le destinan no resulten sangrantes con respecto a otras demandas sociales más prioritarias y cabales.

3.- Asimismo se debe acabar con la imposición ideológica en la enseñanza y sustituir al personal fanatizado nacionalista. Porque desde la Transición, y gracias a que la inmensa mayoría del personal docente que dominaba el euskera lo hacía porque estaba fuertemente politizado, esa lengua ha servido como instrumento de control ideológico.

4.- Es también preciso un proceso de desideologización del euskera que sólo se puede conseguir llevando el pluralismo a ese mundo. Para que dicho pluralismo sea una realidad es imprescindible promocionar el constitucionalismo en euskera, esto es que tanto escritores como traductores o funcionarios comprueben que no es necesario ser nacionalistas para ser remunerados por el uso de ese idioma. De esta manera ganará la propia lengua vasca, porque la riqueza literaria, por definición, va siempre unida a la disidencia, a la heterodoxia, al antidogmatismo y a la libertad.

5.- El nuevo Gobierno vasco debe hacer cuanto esté de su mano para que vuelvan a la docencia los profesores que han sido apartados de las aulas por criterios de discriminación lingüística o que han tenido que dejar el País Vasco durante estos años (muchos eran socialistas) para seguir ejerciendo su profesión. Es precisa una “Ley de perfiles democráticos” que complemente la de “Perfiles lingüísticos” y que excluya sin miramientos a los enseñantes que hagan apología del terrorismo o profesión de etnicismo sabiniano.

6.- Se debe promover una política que favorezca con eficacia el “acercamiento”, no de los presos, sino de los “vascos libres”, o sea el regreso de los exiliados no nacionalistas en general.

7.- Para favorecer ese regreso de los exiliados se deben tomar medidas eficientes que protejan sus datos personales en las instituciones, y que salvaguarden su seguridad ante la amenaza y los tentáculos informativos de ETA, ya que esa inseguridad ha sido una de las grandes causas que han llevado a muchos vascos a empadronarse fuera de Euskadi.

8.- Es necesario llevar a las víctimas a la universidad y a la escuela vascas porque no hay mejor modo de combatir la fanatización nacionalista inculcada durante tantos años que hacer que las jóvenes generaciones conozcan de primera mano el testimonio de quienes han pagado las consecuencias de esa aberración.

9.- El nuevo Gobierno deberá corregir todas las tergiversaciones y falsificaciones nacionalistas en la enseñanza y especialmente en las materias de Historia, Geografía y Pensamiento Político.

10.- La democratización de EITB es fundamental tanto en lo que toca al personal como a los contenidos. Hay que empezar por cambiar hasta el apartado del tiempo en los informativos que da cuenta antes de la climatología francesa que de la española.

11.- La cultura es un ámbito que se debe abordar de una manera profunda. Es preciso “rehabilitar tanto para la escuela como para los medios de comunicación oficiales y la ciudadanía en general a los grandes referentes de la cultura española. Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Blas de Otero, Juan Larrea, Agustín Ibarrola… deben dejar de ser unos proscritos. La estimagtización de artistas e intelectuales vivos y muertos debe tocar a su fin en la Euskadi que traiga el cambio democrático.

12.- El futuro Gobierno vasco y la nueva mayoría que ha llegado al Parlamento de Vitoria deben eliminar drásticamente todas las subvenciones a los familiares de los presos por terrorismo y todo el dinero que las instituciones han dado hasta ahora a ETA o su entorno.

13.-Del mismo modo, ese Gobierno y esa nueva mayoría parlamentaria deberán poner todos los medios a su alcance para que el mundo de ETA no reciba dinero “extraoficial” ni voluntaria ni involuntariamente. El pago del llamado “impuesto revolucionario” debe ser tratado por la Justicia y por las Fuerzas de Seguridad del Estado como un delito y el miedo debe dejar de ser la excusa para cometerlo. Los que se resisten a pagar el dinero de la extorsión deben dejar de ser “heroicas excepciones”. El Estado debe poner todos los medios para proteger a los extorsionados. Estamos en un momento crucial para acabar con esa lacra que ya ha durado demasiados años. Lo que se asuma ahora como normal -la persecución del delito o la impunidad para cometerlo- tomará carta de legitimidad para el futuro.

14.-Igualmente es preciso terminar con todos los vestigios que queden del “callejero etarra”, con los homenajes a ETA y con la apología del terrorismo tanto en canciones como en cualquier otra manifestación artística.

15.- El futuro Gobierno y el Parlamento vascos deberán imponer por ley que cada ciudad y cada pueblo de la C.A.V. tengan una calle dedicada a las víctimas de ETA, así como liderar regulares reconocimientos oficiales a los señalados por el terrorismo. No hay mejor manera de combatir la infamia que con la Justicia y el resarcimiento moral.

16.- Arrebatar a ETA el control de las fiestas populares mediante una ley que no pueda ser soslayada por los ayuntamientos es otro de los deberes ineludibles para el futuro Ejecutivo y el nuevo Parlamento vascos.

17.- Otro de los objetivos sin el cual el cambio quedaría incompleto es la eliminación de las “embajadas vascas” en distintos países -cuyo clamoroso objetivo por propia definición es la propaganda nacionalista-soberanista- así como el aprovechamiento de todas las infraestucturas oficiales de difusión nacionalista en Latinoamérica y en el resto del mundo -entre ellas el canal internacional de la Euskal Telebista- para la divulgación de valores constitucionales y democráticos.

18.- Para garantizar el éxito del cambio es preciso también un verdadero pacto con el empresariado vasco como el que Suárez llevó a cabo con el empresariado español prometiendo la salvaguarda de sus intereses. El nacionalismo debe dejar de ser rentable para todos los agentes económicos de la Euskadi de hoy, cuya contribución a la estabilidad es básica. No puede haber una transición vasca sin el apoyo del mundo empresarial, como no hubiera podido haber en su día, sin ese apoyo, una transición española.

19.- Es preciso un acuerdo con la Iglesia que garantice la cooperación de este agente social en el cambio como fue necesario tras la muerte de Franco. Figuras como la del obispo Uriarte deben ser reemplazadas por hombres de la Iglesia que hagan en el País Vasco el papel que el Cardenal Tarancón hizo en la transición democrática de España.

20.- El nacionalismo debe perder todas las cuotas de poder posibles y toda su presencia en las instituciones tanto en en la imagen de éstas como en su funcionamiento interno, dada su expresa voluntad de obstruir el cambio y dado el derecho que le asiste al partido gobernante a imponer su personal de confianza.

21.- Los conceptos constitucionales de libertad, igualdad y unidad, que a su vez son los que salvaguardan los valores de solidaridad, seguridad y modernidad de los vascos, deben tener una expresión real en la Euskadi nacida el 1 de marzo y en la exhibición oficial y permanente de los símbolos constitucionales que los representan.

22- Es urgente asimismo un cambio de paradigma civil, la proyección desde el poder de un nuevo modelo de ciudadano antitético al corrupto, aprovechado, arbitrario e iletrado que ha proyectado el nacionalismo durante tres décadas; un cambio de valores en la sociedad vasca y una realidad política que responda a ese cambio porque no basta con desmontar el nacionalismo sino que es preciso sustituirlo por algo que la ciudadanía perciba “como mejor” y a lo que conceda el voto dentro de cuatro años, pues la única garantía del cambio es la concienciación ciudadana y su reflejo electoral. Sería una tragedia que lo que hoy se transforme no tenga permanencia. Porque su verdadero éxito reside en la continuidad a largo plazo y ésta sólo pueden darla las urnas.

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