Como la primavera, «el cambio ha venido al País Vasco y nadie sabe cómo ha sido». Por más que diga Ibarretxe que va a seguir mandando, ese cambio se nota ya en la calle y en los lugares de trabajo, en el mismo aire… El peneuvista que antes entraba y salía de la oficina diciendo las dos únicas palabras que sabía de euskera –«egunón» y «agur»– ahora entra callado y como discretito, sin sacar pecho. Y en la calle, ese mismo personaje, si te reconoce, ya no te mira con odio desafiante y sonrisita chulesca. Te mira de reojo y con la cara larga, que es un paso hacia lo humano. Hay que haber vivido en la Euskadi posterior a Lizarra para saber de lo que hablo.
Soraya Sáenz de Santamaría se comprometió ayer en Bilbao a buscar una fórmula para que la pugna de Génova con el gabinete de Zapatero no produzca interferencias en el pacto vasco.
Yo no creo que esa doble política del PP –oposición al PSOE en Madrid, colaboración en Euskadi– tenga por qué ser muy difícil en un momento español como el presente, en el que todo quisqui juega con cuatro barajas. ¡Que jueguen con dos pero por una buena causa! Con palabras de José María Calleja, que no es sospechoso de derechista, «¿cómo no va a haber entendimiento entre el PP y el PSE por el cambio en el País Vasco si les matan juntos?».
NOTA DEL BLOGGER: ¿Llegará algún día ese cambio al resto de Comunidades Autónomas, que como Cataluña siguen gobernando los nacionalistas? Los que estamos en Ciudadanos, y muchos más, seguiremos insistiendo en ello, con los votos, y con argumentos.
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