Sí, el centro también existe. Mi paisano Quique G. lleva tiempo buscándolo, y aunque él no lo sepa, está en él, yo incluso diría que siempre estuvo ahí. Y tarde o temprano, nos encontraremos.
Ayer descubrí su nuevo blog "Rumbo al Centro", al que ahora se está mudando, trasladando los posts más interesantes. Destaco a continuación uno de ellos, escrito hace dos años, cuyo contenido me parece sumamente sensato y coincidente con mis planteamientos ciudadanos:
EL CENTRO COMO OPCIÓN POLÍTICA
El centro político, habitual y erróneamente, se considera algo geométrico, una especie de equidistancia; un límite a partir del cual se va hacia la derecha o hacia la izquierda. Esta definición, más matemática que política, no es válida por simplista y en algunos casos interesada. El centro es mucho más que un punto en un plano. Es un posicionamiento político y filosófico que obedece a un ideario basado principalmente en la defensa de las libertades, primero individuales y luego colectivas.
Esta defensa a ultranza de libertades choca frontalmente con el intento generalizado de implantación del Pensamiento Único. En una sociedad plural no se pueden dar soluciones únicas a los problemas que la aquejan. A pesar de ello asistimos, perplejos, a un continuo y vano esfuerzo por conseguirlo. Una concepción centrista de la política nunca lo permitiría porque supone la anulación de las libertades individuales, algo irrenunciable se mire como se mire.
El talante y la moderación, banderas del centrismo, tienen su origen en la certeza de que nadie tiene el monopolio de la verdad. Por tanto, solo podemos aproximarnos a ella mediante el diálogo, la razón y el consenso. De la negociación surge el acuerdo y en toda negociación las partes han de ceder en sus exigencias a favor de la consecución del objetivo final. Esta práctica, tan sana para la democracia, es en la actualidad poco menos que una quimera.
Otra de las grandes diferencias del pensamiento centrista respecto al conservador y al socialista es el papel que se otorga al Estado. El Manifiesto Liberal de Oxford de 1947 lo define con absoluta nitidez “El Estado es solamente el instrumento de la comunidad. No debe arrogarse ningún poder que entre en conflicto con los derechos fundamentales de los ciudadanos y con los requisitos esenciales de una vida creadora y responsable.” Ni el Partido Popular ni el Partido Socialista han sido capaces de acercarse al centro en este aspecto, a pesar de vendernos muchas de sus políticas como acciones de centro. Es más, en vez de trabajar por un Estado de mínima intervención lo que han conseguido es un Estado paternalista y omnipresente en todos los aspectos de la vida, con la consiguiente reducción de libertades.
Las teorías centristas no dejan al individuo a su suerte, como podría deducirse, solo interpretaciones sesgadas pueden llegar a esta conclusión. Partiendo de unos mínimos sociales, educacionales y económicos la persona ha de forjarse su futuro en una sociedad abierta, plural y libre. Friedrich A. von Hayek decía que hay una gran diferencia entre tratar a los hombres con igualdad e intentar hacerlos iguales. Mientras lo primero es la condición de una Sociedad Libre, lo segundo implica, como lo describió Tocqueville, “una nueva forma de Servidumbre”.
Esta defensa a ultranza de libertades choca frontalmente con el intento generalizado de implantación del Pensamiento Único. En una sociedad plural no se pueden dar soluciones únicas a los problemas que la aquejan. A pesar de ello asistimos, perplejos, a un continuo y vano esfuerzo por conseguirlo. Una concepción centrista de la política nunca lo permitiría porque supone la anulación de las libertades individuales, algo irrenunciable se mire como se mire.
El talante y la moderación, banderas del centrismo, tienen su origen en la certeza de que nadie tiene el monopolio de la verdad. Por tanto, solo podemos aproximarnos a ella mediante el diálogo, la razón y el consenso. De la negociación surge el acuerdo y en toda negociación las partes han de ceder en sus exigencias a favor de la consecución del objetivo final. Esta práctica, tan sana para la democracia, es en la actualidad poco menos que una quimera.
Otra de las grandes diferencias del pensamiento centrista respecto al conservador y al socialista es el papel que se otorga al Estado. El Manifiesto Liberal de Oxford de 1947 lo define con absoluta nitidez “El Estado es solamente el instrumento de la comunidad. No debe arrogarse ningún poder que entre en conflicto con los derechos fundamentales de los ciudadanos y con los requisitos esenciales de una vida creadora y responsable.” Ni el Partido Popular ni el Partido Socialista han sido capaces de acercarse al centro en este aspecto, a pesar de vendernos muchas de sus políticas como acciones de centro. Es más, en vez de trabajar por un Estado de mínima intervención lo que han conseguido es un Estado paternalista y omnipresente en todos los aspectos de la vida, con la consiguiente reducción de libertades.
Las teorías centristas no dejan al individuo a su suerte, como podría deducirse, solo interpretaciones sesgadas pueden llegar a esta conclusión. Partiendo de unos mínimos sociales, educacionales y económicos la persona ha de forjarse su futuro en una sociedad abierta, plural y libre. Friedrich A. von Hayek decía que hay una gran diferencia entre tratar a los hombres con igualdad e intentar hacerlos iguales. Mientras lo primero es la condición de una Sociedad Libre, lo segundo implica, como lo describió Tocqueville, “una nueva forma de Servidumbre”.
El resumen de este artículo y de la actitud centrista nos lo da Popper cuando dice “Creo que tengo razón, pero puedo yo estar equivocado y ser usted quien tenga la razón; en todo caso discutámoslo, pues de esta manera es más probable que nos acerquemos a una verdadera comprensión que si meramente insistimos los dos en tener la razón.”
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