Artículo de Ernesto Ladrón de Guevara (en vistazoalaprensa.com).
¿ Por qué tanto miedo de los rectores del Sistema a reflejar los resultados electorales en toda su dimensión?
¿Por qué ocultan el voto en blanco?
En las últimas elecciones europeas el voto en blanco ha sido la séptima opción electoral en número de ciudadanos que han hecho una apuesta consciente, reflexiva y responsable, ante la ausencia de propuestas electorales válidas.
Respecto a las elecciones de 2004, al Parlamento Europeo, el voto en blanco ha crecido en un 100 % en España.
Como ejemplo, el voto en blanco ha obtenido sólo 170.000 votos menos que la candidatura “Europa de los pueblos-verdes”, que aglutina a todos los nacionalistas que intentan romper a España.
Ha habido un total de 220.179 ciudadanos que han votado en blanco en toda España, el 1,41 % de los votos válidos, hecho sin precedente en la democracia española, lo que demuestra la desafección creciente a los políticos y a la política en su actual forma de actuación, el rechazo a la corrupción, a la degradación democrática y a la pérdida de credibilidad que sufre la política española. Es un aviso en toda regla que no ha dejado, sin duda indiferente a la clase política. Pero no es de recibo que se omita este dato para el público conocimiento.
Muchos como yo compartimos la estrategia del Partido Popular de desgastar a Zapatero pues es un deber cívico terminar con esta pesadilla que se inició tras aquel once de marzo que lleva a España a la bancarrota. Sin embargo mucha gente considera que no todo es válido, y que la degradación del hecho electoral que tiene un propósito, un objeto y unas reglas, resta legitimidad a quien no repara en el método para conseguir el fin. Las elecciones europeas lo fueron para Europa, para conseguir una mayor cooperación y unión entre los países europeos al efecto de lograr las reformas estructurales que permitan un mayor progreso económico y social en el espacio europeo. Y la estrategia de Rajoy de utilizar esas elecciones como primarias y como erosión a Zapatero no es de recibo. Así como no lo son las lecturas posteriores en clave de elecciones nacionales. Ello resta más credibilidad aún a los procesos de alternancia en la política española. A Zapatero hay que ganarle fundamentalmente con fuerza moral, y los últimos acontecimientos que imputan al tesorero del Partido Popular, al margen del resultado del enjuiciamiento, dejan en mal lugar a quien tiene la grave y trascendente responsabilidad de sacarnos a los españoles del agujero económico, moral y político en el que nos ha llevado el Partido Socialista de la mano de un irresponsable y desaprensivo. Se empiezan a oír voces en tono de disidencia, entre otras las del expresidente Felipe González, que leídas entre renglones dejan a la luz importantes preocupaciones por el futuro de un partido necesario para la democracia española que ha ido por derroteros absolutamente inquietantes y absurdos. Dios quiera que todo vuelva a la normalidad y se empiecen a aplicar políticas de reconstrucción que posibiliten reencontrar el lugar que nunca debió dejar España en la política internacional, en su prestigio y en las bases del bienestar de todos.
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