Pongamos que te llamas Jordi, Mercè, Josep, Maruxa. Pongamos que tu número de identificación es el 2.818.026: el último en llegar a la lista de parados. Pongamos que ayer te has levantado y, siendo la noticia nacional del día, apenas te has visto reflejado en las crónicas. Te había bajado al fondo de la primera página un hombre llamado Barack Obama. Y te habrás preguntado: ¿y a mí qué me importa quien haya ganado en Estados Unidos? Eres uno de los seis mil que cada día engrosan la lista de despedidos, y te has quedado sin el debido eco mediático, desplazado por el impacto del primer-negro-que-llega-a-la-Casa Blanca.
Me gustaría decirte que lo de Obama no es indiferente para ti. No debiera ser indiferente. Caído el Muro, con una izquierda que busca su espacio ideológico, en Estados Unidos se ha oído un discurso que habla de gentes como tú: de las familias que no pueden pagar su hipoteca, de los niños sin asistencia médica, de los desempleados. No habló de altas finanzas, ni de rescate de bancos. Habló de los humildes de cinco o veinte dólares en su bolsillo. Yeso no salía de la boca de un socialista, ni era el sonido de una república de descamisados. Era la voz del que empezó a ser el hombre más poderoso del mundo.
Me gustaría añadir que quizás esté naciendo una nueva política, de rostro más humano; que no llega a plantear la igualdad, pero sí las mismas oportunidades y la cobertura de las necesidades mínimas; un refuerzo del estado de bienestar, que se había diluido en la orgía del beneficio urgente, la riqueza descontrolada y los excesos de que habló el señor Botín.
Esa política está representada por ese negro que fascina al mundo y por eso se ha erigido en líder de los pobres, sin caer en la demagogia y el populismo. Sobre su efigie, soñemos que con él resurge la cultura del esfuerzo, diluida hasta hoy en la cultura del beneficio. Soñemos que será verdad lo que piensa Zapatero y confiesa en la intimidad: que el mero hecho de que haya surgido esa pulsión de cambio será la palanca misteriosa que moverá la economía mundial; ese impulso mágico, difícil de explicar desde la lógica académica, que estimula los mercados.
Y soñemos un poco más. Soñemos que ha surgido, por lo menos, un hombre a imitar. En todos los países de occidente hay una pregunta, y esa pregunta es dónde está nuestro Obama; dónde el hombre que mueve masas; dónde el político que conecta con desafortunados como tú; dónde el que suscita esperanzas sólo con escucharle; dónde el mito al que agarrarse para salir de la postración; dónde el líder que supera tanta mediocridad. Y tú dirás: ¡eso ocurre en Estados Unidos! Y yo te diré: de acuerdo, parado. Pero no hay nada que ocurra allí que no repercuta en nuestras vidas. Y a veces, el mismo día. En Estados Unidos empezó la crisis que te llevó al paro. De Estados Unidos vendrá el rescate. Hoy es pura ilusión. Mañana, quién sabe, nuestra realidad.
Fernando Onega
Y para despedirnos, un reggaeton dedicado a Barack Obama:
2 comentarios:
Me gustaría saber si tenéis algún local en Santander al que acudir para enmtablar contacto con Ciutadans
Puedes enviarnos un correo a ciudadanosdecantabria@gmail.com, y te daremos la oportuna información.
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