No me he equivocado: como dice mi amigo Diego Esteban, hoy es el día de la violencia genérica, más que "de género", porque parece que todo lo que uno hace o puede llegar a hacer es susceptible de ser considerado como violencia contra la mujer.
Siempre me extrañó la denominación de violencia "de género", pero ¿de qué género? ¿contra qué género? Según parece, la campaña mediática se refiere a la violencia machista, ¿pero al revés no sucede? ¿no debemos repudiar por igual la violencia de un género contra el otro, sea cual sea?
Después de leer que las autoridades gallegas (no un fulano cualquiera, sino la Administración autonómica) afirmen que hablar castellano a una gallega es violencia de género, hoy nos hemos encontrado con esta otra noticia:
Elogio de la grasa abdominal
Rafael Guijarro, en LA GACETA
Rafael Guijarro, en LA GACETA
La medicina trae consigo sorpresas como la de que las células de grasa abdominal son las que pueden hacer funcionar mejor el cuerpo. En un hospital de Madrid acaban de aplicarlas como células madre para regenerar el tejido del pecho de unas mujeres que habían padecido cáncer de mama. Ahora resulta que la parte más despreciada del cuerpo humano, los michelines y las cartucheras, lo que todo el mundo se quita de en medio para parecer más guapo, es donde están las células madre más disponibles para revitalizar el cuerpo sometido por el cáncer.
La moda ha hecho casi imprescindible que las mujeres tengan poco tejido graso o ninguno en el abdomen y las piernas y que se pongan implantes de silicona en los pechos para hacer que aumenten de volumen. Las mujeres más admiradas tienen un pecho descomunal y una cintura de avispa; y ni uno ni otra sirven para lo que fueron diseñados. Ni se puede amamantar con silicona a los bebés, ni se pueden traer naturalmente niños al mundo con una cintura tan estrecha que requiere siempre el parto con cesárea. La silicona y las reducciones de grasa abdominal han sido una de las más perversas maneras de violencia de género porque son mutilaciones en el cuerpo de la mujer programadas para un mayor disfrute del hombre que las trate como si fueran muñecas.
Tiene el componente de desprecio a como son las mujeres por si mismas y el de violencia para convertirlas en otra cosa a tijeretazos. Y ahora resulta que a lo primero a lo que una mujer debería renunciar de su cuerpo es precisamente el tejido que le servirá para regenerar otras partes más delicadas después de una enfermedad grave como el cáncer de mama.
El colmo del asunto es que esa operación de células madre procedentes de la grasa abdominal refleja lo contrario de la cultura de la muerte de las sedaciones aceleradas que se producían en el hospital de al lado, dentro de ese modo de ver las cosas que predomina entre la gente que quiere quitarse los problemas de en medio por simple y sencilla eliminación.
Moraleja: pillar cacho es delito.
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