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sábado, 16 de enero de 2010

Última etapa: Llegó el “Zamná” a Progreso con el “Norte” en la popa

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La tripulación, satisfecha de los logros en la paz y la difusión de la cultura maya

(Por Esto!).- El trimarán “Zamná” finalizó ayer su periplo de 13 mil 300 millas por tres continentes y 21 puertos al atracar en el puerto de Progreso con el “Norte” prácticamente en la popa, pero con la tripulación y sus promotores más que satisfechos por haber llevado el mensaje de paz por el mundo y la difusión de la cultura maya.

El capitán Vital Alsar Ramírez y el armador José Manuel Díaz Rubio dirigieron sendos mensajes cargados de emotividad a los cientos de niños de diferentes escuelas que acudieron a recibir al “Zamná” y al proyecto “El Mar, El Niño y La Paz”, porque ambos consideraron que lograron el objetivo de contribuir a difundir el mensaje de pacificación.

“La paz es el resultado lógico de una noble lucha por la justicia, la verdad, la libertad y la fraternidad, siendo fundamentos del bien común. Donde reina la injusticia, la mentira, la esclavitud y el odio no puede haber paz porque fallan las condiciones básicas para el desarrollo pleno de la persona”, dijo Díaz Rubio, empresario promotor del trimarán y del proyecto.

Y, henchido de la emoción, Alsar Ramírez subrayó que la tripulación que logró llegar a feliz término el viaje de cuatro meses y tres semanas, iniciaron sin la más mínima experiencia y ahora terminan convertidos en todos unos hombres a carta cabal.
El Zamná y la tripulación fueron recibidos en el muelle de los astilleros Pergasa por el secretario de Fomento Turístico, Juan José Martín Pacheco, quien acudió en representación de la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco, y la alcaldesa de Progreso, Reina Quintal Recio.

El trimarán arribó poco después de las cuatro de la tarde. El capitán Alsar Ramírez cedió su lugar a Pablo Mijangos Romero, capitán del puerto, para que sea él quien guíe la nave a buen puerto a una velocidad de ocho nudos que al aproximarse a su destino final, redujo a dos nudos.

El cronista acompañó al empresario Díaz Rubio a recibir al trimarán en el mar, a varias millas de distancia del Puerto de Altura de Progreso.

Fue antes de atracar que Alsar Ramírez contó que durante la travesía, los momentos más difíciles se vivieron de Miami a Nueva York con olas de cinco a seis metros, y luego de Nueva York a Santander, de los 21 días que duró el viaje, 18 de ellos fueron con vientos en contra. Y luego, de Mallorca a Roma, las olas a los costados del barco fueron de siete a ocho metros de altura.

También saliendo de Marruecos a Las Canarias durante dos días, en tanto aguardaban a los vientos alisios, tuvieron jornadas extremas. “Navegamos con los vientos en contra hasta Puerto Rico”, dijo el capitán y luego narró algo que antojaríase fantástico:

“Algo anda muy mal en la Tierra, pues una ola que a veces era de ocho metros y a veces de dos metros, nos acompañó de manera constante por más de tres mil millas por todo el Atlántico. Eso es una anormalidad. En mis 76 años de vida y más de 40 como marinero jamás había visto algo así”, relató.

El capitán subrayó que la tripulación concluyó el viaje con madurez, sólo uno se bajó en Nueva York y aun cuando los alcanzó por otros medios en Santander, se le dijo que el proyecto ya no era suyo ni parte de él porque no había tenido la suficiente fuerza para permanecer todo el tiempo.

Alsar Ramírez dijo que estaba más que contento con este proyecto que le llevó más de diez años cristalizar y que el Zamná además era un homenaje a José Díaz Bolio, un amante de la cultura maya, padre de Díaz Rubio.

Relató que el trimarán navegó sin mayores problemas, por lo que llegó a Progreso en magnífico estado, escoltado por tres embarcaciones más una de la Armada de México, la 1107.

Al atracar el trimarán también trajo consigo al niño Jesús Geovani Canul Chan, quien abordó en Cozumel. El fue uno de los mensajeros de la paz, pues a lo largo del viaje hubo tres menores.

En la ceremonia de recepción, Díaz Rubio dijo que la paz rechaza radicalmente todo lo que comporta discriminación y marginación del ser humano, por lo tanto luchar por ella significa optar decididamente por el bien de las sociedades y la humanidad.

Recordó que Cozumel adoptó este concepto y se ha sumado a la construcción de la paz en el mundo, como debiéramos hacerlo todos los yucatecos. “Hay que ser realista y tener sentido común, no hay verdadera paz, donde hay un hombre sin pan y sin techo y niños mendigando desde lo básico, los alimentos. Si queremos la paz preparémonos para ella, abriendo el camino que a ella nos conduce, pues si solo soñamos con ella nunca la alcanzaremos”.

También el presidente de la Fundación Vital Alsar, Jesús Ceballos, quien dirigió toda la logística del barco por los puertos europeos, dirigió un mensaje en el que exhortó a los yucatecos a continuar llevando el mensaje de paz del trimarán.

Por cierto, comentó que a raíz del viaje del Zamná a Santander, es que el Comité Internacional de Cien Ciudades por la Paz incluyó a esa metrópoli española en el proyecto y la propondrá para el premio Pax Urbis cuando sea nombrada de nuevo Capital Europea de la Cultura en el 2016.
El trimarán fue construido en Alvarado, Veracruz, como parte importante del Proyecto “El Niño, la Mar y la Paz”. Al proyecto del barco, de 400 toneladas, se sumó la organización Rotary Internacional.

La tripulación del “Zamná” está conformada por mexicanos, canadienses y españoles. Ellos son Vital Alsar Ramírez, como capitán, Francisco Enrique Bernal Venegas, Greg Blomqvist, Daniel Chávez Modena, Pedro Corcuera Wenzel, Diego Edén-Wynter Blanco, José Antonio González Pereira, Shayne Holden, Rubén Bernardo Morante López. Martín Gilberto Moreno Carranza, Jorge Luis Riveros Gilardi.

El “Zamná” se tomó cuatro meses y tres semanas en su travesía por Cozumel, Miami Beach, Nueva York, Asturias, Santander, Bilbao, Lisboa, Cádiz, Valencia, Barcelona, Mallorca, Civitaveccia (Roma), Pireo, Canarias, Puerto Rico y La Habana.

El barco fue construido por el experimentado maestro Oscar Camarero Figueroa, quien lo elaboró en madera tropical en un improvisado astillero a las orillas de la desembocadura del Papaloapan, en el puerto de Alvarado, Veracruz, desde julio de 2008 con 36 personas, la mayoría peones, pues sólo cuatro son maestros carpinteros.

Se llama trimarán porque es una nave que consta de tres cuerpos, uno principal, grande, de 35 metros 73 centímetros de eslora y 13 metros de manga, contando los botes accesorios que van a babor y a estribor.

El diseño de la quilla, la roda y el codaste lo hacen diferente. Lleva más de 110 mil pies cúbicos de madera y al terminarse su peso es de 400 toneladas. Tan sólo la base de metal debajo de la mesa principal en el barco pesa dos toneladas. Usa energía del viento para moverse, pero también motor, un Volvo a diesel para el cual se cargaron 27 mil litros de ese combustible, más cuatro mil litros de agua para la tripulación.

(Rafael Gómez Chi)


NOTICIA RECOGIDA TAMBIÉN EN: Progreso Hoy Diario, Diario de Yucatán.

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