Experto en redes sociales, el santanderino Luis Fernández del Campo fue uno de los fundadores de Ciutadans en 2006.
MANUEL CASINO / Santander. 2 de enero de 2014.
Este consultor hiperactivo en redes sociales no sabe muy bien si fue la comunicación la que le llevó a la política o fue al revés. Sobre lo que no tiene ninguna duda es sobre su permanente interés por comunicar e ir coleccionando amigos. Vive conectado, aunque se reconoce un hombre híbrido mezcla de analógico y digital porque, asegura, “el on sin el off no es posible”. Su marca personal se basa en la honestidad, la transparencia y la sinceridad. Tres valores que le mantienen unido a Ciutadans, el partido de Albert Rivera del que fue uno de sus fundadores hace ya siete años y del que aún hoy forma parte de su Consejo General, el máximo órgano entre congresos.
Santanderino de nacimiento y catalán “sin complejos” de adopción –vive desde hace más de veinte años en Esplugues de Llobregat, un municipio de más de 40.000 habitantes pegado a Barcelona-, Luis Fernández del Campo ha aprovechado su estancia en la capital de Cantabria, adonde viene siempre que puede – aquí reside su familia – para vender sentido común y reclamar que hay otra forma de ser catalán. A hacer, como afirma, “cultura fuera de Cataluña para que la gente no piense con las vísceras”.
Este “artesano del encuentro” como le gusta definirse, es un hombre apasionado de lo que hace. Hablador incansable, viajero impenitente y amante de la buena mesa, aunque no tanto de los fogones, Fernández del Campo es consciente de que su partido está ahora en la cresta de la ola. Y quiere aprovecharlo. Afirma que desde que Ciutadans abanderara la creación de Movimiento Ciudadano sus simpatías no han dejado de crecer. Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla… son las primeras estaciones de un viaje que no ha hecho más que empezar y que, posiblemente, también le lleven a Santander aunque, avisa, “yo no tengo nada que ver”.
Sabe que en las redes sociales no hay una segunda oportunidad – “en el mercado digital no se puede actuar, hay que ser honestos”, dice -. Por eso, insiste en que su buen uso es indispensable para vender lo que sea: una marca, un producto, una empresa o un partido político.
Pero no es suficiente. Sabe que detrás tiene que haber un proyecto, una idea o un líder. En su caso, afirma con orgullo, tienen un proyecto – defienden que a todos, españoles y catalanes, nos irá mejor si continuamos unidos -, una idea – pregona hasta la saciedad que ha llegado la hora de los ciudadanos-, y un líder –Albert Rivera -, joven, sin peajes y que además conecta bien con las personas.
Sobre la situación en Cataluña, este hombre de poco más de cincuenta años y más de 190 centímetros de altura lamenta que el clima actual impida hablar de política en las familias o en el trabajo. “Vivimos con miedo a decir lo que pensamos, como ocurrió en el País Vasco hace décadas”, sostiene.
Mientras confía en que la apuesta independentista no acabe generando “más frustración y división”, Fernández del Campo se despide con un deseo: “que en 2014 veamos por fin la luz económica, política y social”.
Cafés pendientes
Político, comunicador, profesional de marketing, bloguero, sociable, conector, viajero… A Luis Fernández del Campo no es fácil encasillarle en un perfil determinado. Es un rebelde constructivo al que le gusta compartir, colaborar, cocrear… Sabe de lo que habla y habla de lo que sabe. Enganchado a twitter, “la herramienta más potente y directa del mundo digital”, apuesta por la solidaridad, y más en tiempos de crisis. Por eso, quizá, ve con simpatía iniciativas como la de “cafés pendientes”, una propuesta novedosa que asegura ya ha llegado a Santander y que consiste en dejar pagado en un bar un café para que otra persona más necesitada que no conoces lo tome gratis más tarde.
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