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La anécdota es muy ilustrativa porque, si Allegri era un gran músico, tampoco Mozart era un mindundi, hecho obvio por el cual queda un tanto salvada la honrilla maltratada del pobre usuario particular de internet que simplemente se descarga una melodía para consumo personal o de los suyos sin ningún ánimo de lucro. No se trata, en fin, del gorrón vulgar y mediocre que trata ilegítimamente de disfrutar del sonoro néctar de la creatividad de un genio. También en ese usuario cabe la capacidad de crear e incluso la genialidad como fue el caso de Mozart sin ir más lejos. Yo es que no sé si se han dado cuenta los señores de la SGAE de que la «propiedad» nunca ha sido un «genuino concepto de izquierdas» y de que un sentido tan rentabilizador y usurero, tan hiperlegalista y burócrata, tan policial e inquisitorial de la propiedad intelectual resulta la cosa más reaccionaria y antisocialista del mundo. Yo no sé si se dan cuenta de la impopularidad que están ganándose a pulso estos peseteros extemporáneos de la Europa del euro que no perdonan al Universo la calderilla y que deben pensar en un «modelo de negocio sostenible» que no sea el «cobro totalitario» ni ese afán de ponerle puertas al campo y al bosque y al mar y al aire.
Mozart, por cierto, nunca fue excomulgado sino condecorado por su travesura con la insignia pontificia de la Orden de la Espuela de Oro, que, paradójicamente, absolvía a quien la recibiera de cualquier sentencia de excomunión. Clemente XIV era un tipo enrollado. No iba de progre el hombre, pero se dio cuenta de que el mundo había cambiado. No como éstos.
(Publicado en LA RAZON)

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